Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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UN RECURSO ESCASO EN CANTIDAD Y CALIDAD

El problema medioambiental más grave de Tierra Estella, según opinión mayoritaria de sus habitantes recogida en una encuesta publicada esta primavera, es la excesiva presencia de cal en el agua de consumo humano e industrial. Una razón más que añadir a las que vengo exponiendo para exigir que también a nosotros nos toque una parte del agua pirenaica regulada, cuyo excedente vamos a destinar graciosamente al trasvase mediterráneo.

Un recurso de pobre calidad.

Frente al agua del Iratí, cuya dureza está en torno a los 19,3 grados franceses, estamos consumiendo en Tierra Estella un agua que desde unos valores mínimos de 26 grados franceses llega a alcanzar niveles de agua dura, lo cual influye negativamente en los usos domésticos, urbanos e industriales. En estas circunstancias, la Mancomunidad no puede hacer otra cosa que instalar sistemas que eviten la acumulación de cal en las tuberías, ya que descalcificarla es costosísimo, y las empresas, cuya maquinaria o procesos productivos se ven afectados por ese molesto acompañante, deben incorporar costosos sistemas de descalcificación, lo cual no ayuda a superar el estancamiento industrial de nuestra comarca.

La cal es un factor indisociable del componente calizo del terreno en que se filtra y acumula el agua. Pero hay otros factores que pueden influir en su calidad, como son las actividades industriales, turísticas, agrícolas, ganaderas y humanas de las zonas de alimentación de los acuíferos, sobre cuya incidencia no se han publicado datos. ¿Depura suficientemente la jamonera de Ancín sus vertidos industriales, de manera que no pueda llegar a salinizar el acuífero del que se nutre parte de Tierra Estella? Las denuncias y expedientes que varias veces se han abierto a la piscifactoría de Baríndano por enfangar el Urederra ¿no afectan a la calidad de las aguas de Itxaco? (el Urederra y el Ega, durante el estío, alimentan los acuíferos de los que se extrae el agua que consumimos) ¿Está suficientemente controlado el uso de fitosanitarios y la recogida de sus envases en una sierra (Urbasa) cuyo uso ganadero parece primar sobre cualquier otro? ¿Y qué decir de un camping (Biotza) situado en el lugar más inadecuado para el tema que trato? ¿ Hace una depuración suficiente de sus aguas sucias?

Reservas escasas y futuro sin garantías.

El 25/10/01, el gerente de Aguas de Montejurra afirmaba rotundo: "no tenemos problema de agua". Y para demostrarlo, en varias ocasiones ha sustentado esa afirmación en una ecuación simplista, como es multiplicar las precipitaciones por la superficie de captación de los acuíferos. Pero muy distinto es hacer afirmaciones destinadas al público, que opinar en ambientes más serios. Así, en declaraciones a la revista SEDECK (num.1, septiembre de 2000), el mismo técnico afirmaba: el servicio de abastecimiento de agua "puede evolucionar con el tiempo y, en consecuencia, y si no hay un proceso de adaptación, el aumento de la población y la actividad industrial o el deterioro de los recursos, por poner dos ejemplos, puede ser causa de que el servicio deje de prestarse en las condiciones técnicas, económicas o sanitarias deseables". Seguidamente afirmaba, sobre una de las captaciones, que "dada la vulnerabilidad a la contaminación, es una solución a sustituir a corto plazo por otra alternativa". Señalando que "la solución que se plantea pasa por la captación de aguas subterráneas desde el pozo Mendaza P-2 ya que no existen otros puntos de suministro con caudal suficiente para asegurar el abastecimiento a largo plazo".

Pero, ¿es esa la solución real y deseable? A mi juicio, no. Aparte de que se está trabajando sobre la hipótesis de una merindad estancada en la que apenas aumenten población y consumos, según señala en la misma revista Javier Castiella, del departamento de Medio Ambiente, estamos ante unos acuíferos cuyo balance hídrico en el valle del Ega es cero (las entradas por infiltración y desde el propio río se equilibran con las salidas a manantiales, río y bombeos), y lo mismo puede decirse respecto al Urederra, con una permanencia de las aguas inferior a cinco años en el manantial de Alborón, de entre cuatro y diez años en el de Ancín, y de recargas mucho más recientes en el de Ichaco.

A todo ello hay que añadir que siendo los ríos Ega, Urederra, Iranzu y Ubagua el aliviadero natural de los acuíferos de Loquiz-Urbasa-Andía en su vertiente sur, toda cantidad que se extraiga mediante bombeo va en detrimento de sus caudales, de manera que si desde comienzos del verano el cauce del Iranzu está totalmente seco, lo mismo pasará, a no tardar, con el Ega y el Urederra. Pregúntense los ciudadanos de Estella si, por una mala gestión de sus entes públicos y por abandono del gobierno navarro, estamos dispuestos a que el Ega, a duras penas pueda mantener un caudal ecológico que le permita conservar la vida, y llegue a ser un cauce seco. En este asunto, en vez de enfrentarse pescadores y agricultores, y puesto que la actual situación de los ríos, agravada por la sequía, esta en el bombeo que para consumo humano e industrial se realiza en sus nacederos o en sus fuentes, ambos colectivos deben unir fuerzas para exigir la solución que satisfaga a ambos y a toda la ciudadanía.

La solución es posible.

Cuando a finales del pasado año se colocó la primera piedra del Canal de Navarra, todos nuestros políticos y sindicalistas llenaron su boca de elogios: será "la columna vertebral" de la Comunidad, y garantizará el agua necesaria para su desarrollo agrícola, industrial y urbano (Miguel Sanz); "va a generar alrededor de 10.000 nuevos puestos de trabajo" (Juan Antonio Cabrero), y un largo etcétera que la mayoría recordamos. Todo beneficios, claro está, para una Navarra a la que se ha seccionado una merindad, la de Estella, a la que se condena a caminar hacia su ocaso.

Ante esta situación, algunos hablan de pequeños parches, o de una regulación del Ega que, por imposible, se ha convertido en un señuelo que impide hablar de la verdadera y única solución. Porque, si del recrecimiento de Yesa se van a dar suministros no previstos a Valtierra y Arguedas, o, como dice Juan Antonio Cabrero referente al Canal de Navarra, "incluso habría una oportunidad de ampliarlo en algunos tramos", ¿qué otra razón sino la falta de voluntad política se opone a que del Canal de Navarra se haga una derivación que traiga el agua a la merindad de Estella? En anteriores colaboraciones creo haber demostrado que hay agua para todos, y para mayor abundamiento están las palabras de José Vicente Lacasa, presidente de CHE, quién manifestó, en la ocasión señalada, que persiste la duda de cuántos hipotéticos usuarios se convertirán en beneficiarios del Canal de Navarra.

Este problema del agua, del que depende el futuro de la agricultura, la industria, la demografía y los servicios de buena parte de la merindad de Estella, estelleses y merindanos debemos considerar como uno de los puntos clave de reivindicación, de manera que obligue a que los políticos, cuando vengan a pedirnos el voto, lo hagan con la solución en la mano. Va en ello la supervivencia de nuestra tierra.

Nota: esta colaboración fue publicada en Diario de Noticias, el 15/09/02. A finales de septiembre entregué a la presidenta de la Mancomunidad una copia del correo de Riegos de Navarra. Hoy, finales de 2002, tanto los partidos como los ayuntamientos estudian o reivindican traer agua de Itoiz. Pero como la Mancomunidad no suelta prenda, si el agua llega, probablemente sólo sea para riego, y no para consumo humano.

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza